Especialista en Etnohistoria
Si se analiza la vida de Antonio López de Santa Anna desde
el punto de vista del nacionalismo y del idealismo, definitivamente resulta mal
parado. Sin embargo, si se observa desde
el enfoque pragmático, Santa Anna resulta un personaje sumamente interesante,
que construyó un liderazgo carismático que le permitió tener el poder y ser
once veces presidente de México.
Lo mismo lo llamaron los monárquicos que los republicanos;
los centralistas que los federalistas; los conservadores y los liberales. Aún
en sus momentos de más desprestigio, siempre era un referente cuando se
necesitaba establecer orden.
Nació en Xalapa, Veracruz; el 21 de febrero de 1794, su
padre era notario y su mamá era mujer de alta alcurnia. Durante su infancia y
juventud vivió en Teziutlán y en el puerto de Veracruz. Debido a su conducta
inquieta fue expulsado de la escuela y lo enviaron a estudiar con un tío que
era párroco de La Antigua. Poco después quedó en el abandono, al ser acusado su
tío de tener amoríos con mujeres. Para evitar vagabundeos, su padre deicidio
que Antonio se pusiera a trabajar en una tienda de telas. Al sentir que esta no
era su vocación pidió a su familia que lo dejaran entrar a el ejército.
Debido a la influencia de su mamá, Antonio era un hombre
educado, vanidoso, le gustaba vestir bien. Además, era seductor y enamorado. El
6 de julio de 1810, ingresó como cadete, al ejército en el Regimiento Fijo de
Veracruz. Al iniciarse la lucha por la independencia le tocó estar en las
tropas realistas defendiendo Tampico, por sus méritos fue ascendido a teniente
y luego a subteniente de fusileros. Posteriormente lo enviaron a Texas, donde
obtuvo el grado de teniente de granaderos.
A su regreso a Veracruz, lo nombraron para combatir a
Guadalupe Victoria. El insurgente se había ganado el cariño del pueblo y lo
ovacionaban al llegar a algún poblado o incluso lo protegías. Santa Anna trató
de vencerlo y en el fondo le tenía mucha envidia.
Después del regreso al trono en 1814, Fernando VII empezó a
recobrar el control tanto en la península como en los virreinatos de América.
Morelos, el principal líder de la insurgencia fue aprehendido y posteriormente
fusilado en diciembre de 1815. La
llegada en 1816, a la Nueva España del virrey Juan Ruiz de Apocada, quien logró
pacificar en buena medida la Nueva España. Esto produjo que el movimiento
independentista se fuera reduciendo a ciertas regiones de difícil acceso y que
siguieran la estrategia de guerra de guerrillas.
Santa Anna le presentó al virrey Apodaca un plan de
pacificación de Veracruz, el cual le pareció muy acertado y lo autorizó ponerlo
en práctica. Victoria había puesto una aduana en Cotaxtla, donde obtenía
recursos para su movimiento. Santa Anna, lo atacó y venció en ese lugar, por lo
que fue ascendido a capitán.
Victoria enfermó de epilepsia. Al enterarse de la derrota y
muerte de Francisco Xavier Mina, Victoria optó por dispersar su tropa. En 1818
se refugió en cuevas, llevando una vida muy austera, por eso lo llamaban el
“general cuevitas”, muchos lo daban por muerto.
En 1820, al darse la rebelión de Rafael de Riego, obligó a
Fernando VII a jurar la Constitución de Cádiz que era de corte liberal. Esto
produjo que la población quera principalmente conservadora, se opusiera. Las
mismas filas realistas no vieron con buenos ojos la nueva constitución, por lo
que un grupo de personas se juntaban a debatir el problema en la iglesia de la
Profesa. Ahí surgió la figura de don Agustín de Iturbide, que al llegar al
campo de batalla decidió buscar la alianza con el principal representante de la
insurgencia: Vicente Guerrero, dándose un abrazo en Acatempan el 11 de febrero
de 1821.
Iturbide lanzó el Plan de Iguala con sus tres garantías:
religión, independencia y unión. Se creó un Ejército llamado Trigarante, que se
formó de insurgentes y realistas. Iturbide lanzó una campaña epistolar para que
los líderes regionales y militares se adhirieran al Plan de Iguala. Santa Anna,
vio que la balanza se inclinaba a favor de la independencia y optó por unirse
al Ejército Trigarante.
Este nuevo orden provocó que los que eran rivales ahora
fueran aliados y eso se observó en Veracruz entre Santa Anna y Victoria. El
último virrey de la Nueva España fue don Juan O`Donojú llegó a Veracruz el 3 de
agosto. Iturbide salió a encontrarlo en Córdoba, donde firmarían los Tratados
de Córdoba, el 24 de agosto de 1821. Santa Anna los escoltó y vio la oportunidad
de empezar a escalar en lo político.
El 27 de septiembre de 1821, se consumó la independencia de
México. Santa Anna pensaba que le darían el grado de general, pero Iturbide, no
lo tomó en cuenta. Este fue un error de Iturbide, que tendría una incidencia en
su abdicación como emperador de México. Santa Anna se unió con Guerrero y
Victoria para instaurar la república, por lo que proclamó el Plan de Casamata
en febrero de 1823. Fue llamado Protector de la Libertad.
Durante el Triunvirato para mantenerlo lejos de su reducto
de poder, esto es, Veracruz. Lo mandaron como comandante general de Yucatán y
luego gobernador de la misma entidad. Hasta que Victoria le quitó el apoyó y lo
destituyó.
El primer presidente de la república fue don Guadalupe
Victoria, tomó posesión el 10 de octubre de 1824. Santa Anna se retiró un
tiempo de la política y compró en Xalapa una hacienda llamada Manga de Clavo. En
esa época las logias masónica se empezaron a disputar el poder del país, los
escoceses eran encabezados por don Nicolás Bravo y los Yorkinos eran liderados por Vicente
Guerrero.
Los diferentes grupos masónicos se enfrentaron en Tulancingo
en 1827. Guerrero venció fácilmente a Bravo. El hermano de Santa Anna había
apoyado a los escoceses, por lo que lo exiliaron a Colombia, pero nunca llegó,
el barco naufragó.
En la elección presidencial entre Manuel Gómez Pedraza y
Vicente Guerrero, Santa Anna apoyó al segundo, que perdió electoralmente Sólo por una revuelta
logró la presidencia. Santa Anna fue relegado otra vez, porque se sospechaba
que había apoyado a los escoceses.
Se reivindicó y regresó a la esfera del poder al enfrentarse
a Isidro Barradas que tenía la misión de que México fuera otra vez de España.
Los españoles se rindieron el 11 de septiembre de 1829. Santa Anna fue
ascendido a general de división y el pueblo lo aclamó.
Vicente Guerrero fue declarado incapaz de gobernar y por una
trampa fue aprehendido y luego fusilado el 14 de febrero de 1831. Santa Anna se
rebeló contra Anastasio Bustamante y logró poner en la presidencia a Manuel
Gómez Pedraza. Con estos
acontecimientos, Santa Anna quedaba en primer cuadro para acceder a la
presidencia. En 1833 Santa Anna dejó en varias ocasiones a Valentín Gómez Farías como presidente de México. Farías
tenía como asesor e intelectual a don José María Luis Mora que buscaba
implantar el liberalismo en México, lo que iba en contra del clero y el
ejército.
La clase dominante le pidió a Santa Anna que expulsara del
poder a Gómez Farías y que se derogaran las leyes radicales.
Santa Anna derogó la Constitución de 1824 para dar paso al
centralismo, este fue el pretexto para que Texas buscara salirse de la
república, al argumentar que, debido a su lejanía con la capital del país,
quedarían marginados. En realidad, a los empresarios texanos no les gustaba que
en México ya se había abolido la esclavitud.
Se organizó una expedición hacia el norte del país, que
dirigió el mismo Santa Anna tuvo algunos triunfos como en El Álamo el 6 de
marzo de 1836 y Goliad. En una ocasión las tropas mexicanas se quedaron
dormidas y fueron atacados por los texanos. Santa Anna se escapó, pero fue
encontrado y lo llevaron ante Houston. Con tal de salvar su vida, Santa Anna
aceptó firmar los tratados de separación de Texas, el 14 de mayo de 1836 y el
21 de febrero de 1837, pudo regresar a Veracruz, donde, aunque usted no lo crea
fue recibido como un héroe.
Se retiró un tiempo de la política, pero volvió a la
pasarela, al defender a México en la guerra de los pasteles del año de 1838,
donde perdió una pierna, que mandó a enterrar con honores. El 9 de marzo de
1839, se firmó la paz y México aceptó pagar la indemnización.
En 1841 regresó a la presidencia, sin embargo, no tuvo éxito
en su gestión, sus enemigos se multiplicaron y no le quedó otra que el exilio
en La Habana en 1845.
Con la llegada a la presidencia de los Estados Unidos de
James. K. Polk que tenía como objetivos anexar Texas y comprar a México: Alta California y Nuevo
México. El presidente de México era José Joaquín de Herrera, que al saber los
objetivos de Polk decidió romper relaciones con Estados Unidos.
El general Mariano Paredes Arrillaga fue enviado a combatir a los estadounidenses,
pero en vez de hacerlo, decidió en San Luis Potosí luchar contra Herrera para
implantar la monarquía. Estados Unidos aprovechó la desunión de los mexicanos y
eso le facilitaría el triunfo. La guerra se declaró oficialmente el 11 de mayo
de 1846.
Diplomáticos estadounidenses se entrevistaron con Santa Anna
en La Habana, lo convencieron de regresar a México. La idea era que primero
acabara con Paredes y luego se dejara
ganar ante las fuerzas norteamericanas.
En septiembre regresó Santa Anna a México y en dicembre ya
era presidente y Valentín Gómez Farías, vicepresidente. En ese momento se le
ocurrió al segundo volver a poner leyes liberales, lo que ocasionó una rebelión
en la ciudad de México, llamada de los
Polkos.
Las fuerzas norteamericanas se adentraban en San Ángel,
Coyoacán y Churubusco. En Chapultepec, defendía la plaza Nicolás Bravo. El 13
de septiembre de 1847, los cadetes del Colegio Militar, dieron sus vidas ante
el embate enemigo. El 16 de seotiembre se obligó a Santa Anna que renunciara.
En su lugar quedó Manuel de la Peña y
Peña que firmaría el Tratado Guadalupe Hidalgo, con lo que México cedía: Nuevo
México, Alta California y aceptaba la anexión de Texas a Estados Unidos. Los
liberales querían que se anexara todo
México, pero a Estados Unidos, no le interesaba la parte donde había mucha
población indígena.
Cuando se pensaba que Santa Anna estaba liquidado
políticamente, fue llamado por los conservadores encabezados por don Lucas
Alamán. Se abrío así el último período de gobierno del veracruzano, que se le
conoció como la dictadura de Santa Anna de 1853 a 1855. Algunos de sus errores
fue cobrar impuestos hasta por las ventanas y vendió a Estados Unidos, La
Mesilla. Tal vez su mejor aportación en ese tiempo fue convocar un concurso
para la creación del himno nacional que fue ganado por Francisco González Bocanegra
y Jaime Nunó.
La Revolución de Ayutla derrocó a Santa Anna, que se fue
otra vez al exilio. Intentó regresar a la llegada de Maximiliano y después al
triunfo de Juárez en 1867, pero ya no se le dio oportunidad por considerarlo peligroso.
Entre 1866 a 1870 vivió en República Dominicana y en Las Bahamas. Fue hasta
1874, cuando el presidente Sebastián Lerdo de Tejada, decretó una amnistía y
pudo volver a México. Santa Anna murió el 21 de junio de 1876, en una casa de
la calle de Vergara hoy Bolívar, número
14. Fue sepultado en el panteón de la Villa de Guadalupe.
Santa Anna siempre tuvo la agudeza para saber hacia donde se
inclinaría el poder y buscaba hacerse presente. Trataba de aprovechar las
oportunidades, por lo que buscaba tener información de primera mano sobre lo
que acontecía en el país. Trataba de quedar como el héroe o salvador, como en
la invasión de Barradas o en la guerra de los pasteles. Siempre fue un líder
pragmático y en la vida política, muchas veces el pragmático vive de los
idealistas.
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Moraleja para emprendedores: Santa Anna aplicó los principios de Maquiavelo, por eso estuvo en las esferas del poder. Era pragmático, buscaba ser más temido que amado, pensaba en grande, jugaba a ganar, siempre estuvo en pie de guerra, no confiaba ni en sus amigos, buscaba la manera de divertirse y siempre fue un seductor.
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