martes, 26 de abril de 2022

Ignacio López Rayón, puente entre insurgentes


 

Uno de los personajes de la lucha por la independencia de México, importante líder del movimiento insurgente fue don Ignacio López Rayón, sin embargo, su figura ha quedado en el olvido, eclipsado por don José María Morelos y Pavón.

Cuando en la primera fase del movimiento insurgente, Hidalgo decidió ir a buscar apoyo a Estados Unidos, dejó al frente de la lucha a Ignacio López Rayón, quien supo conservar la tea de la causa, el nombramiento se lo dieron el 16 de marzo de 1811. Primero tuvo que salir de Saltillo y tomar Zacatecas (15 de abril de 1811), posteriormente decidió  llegar a Zitácuaro, donde estableció la Junta Suprema Gubernativa de América en 1811. Esta fue una gran contribución de Rayón porque le daba legitimidad y orden al movimiento, algo que en ese momento era urgente al ser fusilados los primeros líderes insurgentes. Así que Rayón sería un importante puente o eslabón para darle seguimiento a la lucha.

Rayón había nacido en Tlalpuhajua, el 31 de julio de 1773. Desde niño mostró talento por el estudio, por lo que se le envió al Colegio de Valladolid y luego fue a la Ciudad de México a estudiar en el Colegio de San Ildefonso, donde se tituló de abogado. Este conocimiento sería de gran utilidad. En 1810 había conocido a Hidalgo, que de inmediato lo tomó en cuenta y lo nombró como su secretario particular, después sería secretario de Estado en el gobierno insurgente de Guadalajara en 1811.  

El 19 de agosto de 1811, estableció el gobierno en Zitácuaro, uno de los principales logros fue que Rayón escribió Los Elementos Constitucionales, el 7 de septiembre de 1812, que fue el antecedente de las constituciones mexicanas, en especial de la 1814. En relación a celebraciones fue el primero en festejar el grito de independencia el 16 de septiembre de 1812 y a la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre del mismo año, como patrona de los insurgentes.

Fue tomado en cuenta en el Congreso de Apatzingán, como diputado por Guadalajara. En agosto de 1814, Rayón se encontraba en Zacatlán, Puebla, en el territorio del insurgente Francisco Osorno. Al enterarse los realistas buscaron atraparlo y el 25 de septiembre el coronel Lui Águila trato de sorprenderlo. Rayón se escapó y pudo llegar al fuerte del Cóporo.

 Empezó a tener divergencias con Morelos. Rayón deseaba mas bien la autonomía, es decir, que se siguiera reconociendo a Fernando VII, pero que los cargos gubernamentales fueran ocupados por criollos. Algo similar a lo que haría Inglaterra con sus colonias.

Mientras que Morelos buscaba una independencia total y que se estableciera un gobierno republicano. Al desaparecer El Congreso de Chilpancingo y ser fusilado Morelos se estableció la Junta de Jaujilla, en 1816,  la cual no reconoció a Rayón. Fueron momentos difíciles, el 7 de enero de 1817 su hermano Ramón Rayón capituló en Cóporo. Por lo que don Ignacio se tuvo que enfrentar tanto a realistas como insurgentes.

El 11 de diciembre de 1817 fue aprehendido Ignacio López Rayón por los realistas. Su idea era fusilarlo, sin embargo su proceso llevó varios años. Estuvo en este tiempo en Tacuba y se le castigaba poniéndole grilletes. Al cambiar la situación política pudo regresar a Tlalpuhajua.

Con la consumación de la independencia pudo ya estar más tranquilo y ocupó algunos cargos, además de ser nombrado General de División. Sin embargo, los daños causados por los grilletes mermaron su salud y murió el 2 de febrero de 1832. En 1842, Santa Anna ordenó que su nombre fuera clocado en letras de oro en la Cámara de Diputados.

Sin embargo, en los libros de texto se le da poca importancia y en la ceremonia del grito de independencia, no es mencionado. Sus restos se encuentran en la iglesia de la Vera Cruz, a un costado de la Alameda de la Ciudad de México.


Autor José Omar Tinajero Morales

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Omar Tinajero Morales es licenciado en etnohistoria por la ENAH; Maestro en Estudios Regionales por el Instituto Mora y estudió el doctorado en Geografía por la UNAM. Está certificado en Marketing Digital por Google; en Comercio Electrónico por EOI  y diplomado en Integridad Web y en Gestión de Ambientes Virtuales de Aprendizaje por la Fundación Carlos Slim.

Consultor y asesor en Marketing de Contenido aplicado al Turismo y al desarrollo Pyme. Puedes contactar con él en las siguientes plataformas  digitales, haz clic en los iconos:

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domingo, 10 de abril de 2022

Leonardo Márquez el Tigre de Tacubaya


 

Uno de los personajes claves del movimiento conservador del siglo XIX fue Leonardo Márquez Araujo, hombre de de plenas convicciones, defendió a México del imperialismo norteamericano, luchó por defender el ejército y la religión católica. Sin embargo, fue un hombre polémico, porque en muchas ocasiones se excedió en sus acciones violentas y en otras sus decisiones fueron mal interpretadas. Le tocó vivir en un México agitado, complejo y él era reflejo de ese entorno.

Leonardo Márquez nació en la ciudad de México el 8 de enero de 1820, cuando se terminaba la etapa novohispana y el dominio español. Siempre tuvo una vocación militar y ya a la tierna edad de los diez años, empezó su participación en el ejército como cadete. En 1841, se incorporó al ejército de manera regular. Márquez se opuso a la intervención norteamericana y luchó contra el imperialismo estadounidense. En 1846 fue nombrado capitán. 

Apoyó a Antonio López de Santa Anna en 1849 y 1853. Con el avance del liberalismo, se generó un movimiento conservador que buscaba defender de la idiosincrasia de la mayoría de los mexicanos. Los primeros intentos de luchar contra el liberalismo del gobierno de Ignacio Comonfort, se dieron con el Plan de Tolimán del 2 de diciembre de 1855, firmado por Tomás Mejía y José Montes Antonio Velázquez y el Plan de Zacapoaxtla del 12 de diciembre de 1855, firmado por Luis G. Osollo y Francisco Guitían. Se desconocía la Ley Juárez que  derogaba los Tribunales militares y eclesiásticos, por lo que los conservadores  formularon el lema: "Religión y fueros".

El gobierno envió a Querétaro al general Luis Ghildardi, quien tomó el control de Tolimán el 24 de enero de 1856. Mientras que en  Puebla cayó en manos de los conservadores el 22 de enero de 1856. Comonfort tuvo que ir personalmente al campo de batalla y empezó a sitiar Puebla el 8 de marzo, la que tomó el 23 del mismo mes. Los conservadores volvería a tener el control de Puebla, por lo que entre octubre y diciembre Tomás Moreno volvió a sitiar la ciudad quitándole el control a Miguel Miramón y Joaquín Orihuela.

Los conservadores se tuvieron que ocultar, en el caso de Márquez estuvo en La Habana y luego en Nueva York esperando el momento oportuno para regresar, lo que se dio al publicarse el Plan de Tacubaya (17 de diciembre de 1857), que dio inició a la Guerra de los Tres Años (1857 - 1860). Márquez regresó a México a principios de 1858, participó en varias de las batallas. Tal vez la más recordada se dio el 11 de abril de 1859, en la que venció a Santos Degollado, lo que permitió que los conservadores siguieran teniendo el control de la capital. Por esta acción Márquez fue ascendido a general de división. Sin embargo, Márquez fusiló a civiles, entre los que destacaban algunos médicos y escritores, razón por la que recibió el mote del Tigre de Tacubaya. En sus memorias, Márquez dice que él sólo siguió las instrucciones de Miramón.

Cuando los conservadores perdieron la Guerra de Reforma, se mantuvieron ocultos, en esa época Márquez mató a tres de los líderes más importantes de los liberales: Melchor Ocampo, Leandro Valle y Santos Degollado. El Tigre estaba herido y ahora era más peligroso.

Cuando se dio la intervención francesa, ante de tomar partido analizó la situación y decidió apoyar a los franceses. Cuando Maximiliano empezó a gobernar el imperio trató de mantener alejados a los principales líderes conservadores y mandó a Márquez a Constantinopla en una misión.

En 1866, Márquez regresó a México y ante el desvanecimiento del apoyo de la milicia francesa, Maximiliano tuvo que tomar en cuenta a los conservadores para crear un ejército imperial.  El emperador nombró en 1867 a Márquez, Jefe del Estado Mayor y Lugarteniente del Imperio, es decir, lo ponía al frente del ejército imperial.

Márquez estuvo en el sitio de Querétaro, hasta que Maximiliano lo envió a la ciudad de México para que trajera refuerzos y pudieran envolver a las fuerzas de Escobedo. Cuando el Tigre de Tacubaya llegó a la capital se enteró que Porfirio Díaz iba a tomar la estratégica ciudad de Puebla, por lo que se dio un conflicto,  por un lado, seguir el plan original y regresar a Querétaro o por el otro, tratar de evitar la toma de Puebla para controlar el centro de México y evitar que cayera la capital. Optó por la segunda opción, pero tuvo una mala decisión al escoger al ruta  por lo llanos de Apan, cuando llegó a Puebla esta ya había sido tomada por Porfirio Díaz el 2 de abril de 1867.

Porfirio Díaz trató de aniquilar las fuerzas imperialistas y fue persiguiendo a Márquez. Se dieron enfrentamientos en San Lorenzo y en Texcoco, el coronel Mucio Maldonado, trató de detener las fuerzas del Tigre, el 10 de abril de 1867. Mucio Maldonado murió en el intento, pero logró que el ejército imperialista se fuera desmoronando. Márquez se refugió en la ciudad de México, la cual fue sitiada por Díaz.

En Querétaro, Escobedo al saber que tenía protegida su espalda, negoció con el militar conservador Miguel López, quien le abrió las puertas de Querétaro. Se aprehendieron a Miramón, Mejía y Maximiliano que fueron fusilados el 19 de junio de 1867. La ciudad de México cayó pacíficamente dos días después. Los liberales fusilaron en la plaza de santo Domingo de México a  Santiago Vidaurri. Mientras que Leonardo Márquez salió disfrazado de arriero por el camino a Veracruz, se embarcó y llegó a La Habana Cuba, donde vivió mucho años.

En 1895 pudo regresa a México, pero se dio cuenta, que el país en el que había vivido ya era otro, muchos de sus amigos ya habían muerto, por lo que decidió regresar a La Habana en 1901. Murió en esa ciudad el 5 de julio de 1913, terminaba la vida de uno de los militares más audaces, sagaces y controvertidos del siglo XIX.

Autor José Omar Tinajero Morales

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